A veces no sé
si el aire de mi casa
es el mismo que el de mi ciudad.
Tampoco estoy seguro,
por rezagos de la academia,
de si mi casa
hace parte del medio ambiente.
Veinte centímetros.
Lo que nos separa
del mundo natural
son veinte centímetros enmohecidos:
adentro están los libros
afuera, aunque libres,
no saben leer.
Estas paredes
están llenas de humedad
pero ningún visitante
se fija en lo que hay detrás
de la pintura.
Me pregunto si mi gato sabe
que vive en una de las ciudades
más contaminadas del mundo.
Aunque con todo lo que lee
la respuesta parece obvia.