Revista Nadaísmo 70

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Número 8 de la Revista, dedicada al Exilio

Número 8 de la Revista, dedicada al Exilio

El Nadaísmo fue un movimiento cultural latinoamericano, que surgió en Medellín y que contó con colaboradores y resonancias internacionales en países como Chile, Ecuador, México, entre otros. El escritor central – a pesar de que si esta categoría fuera escuchada por Gonzalo seguro se reiría- fue Gonzalo Arango. Otros escritores que se sumaron a la propuesta del cambio cultural que proponía el nadaísmo adaptaron e impulsaron el estilo en la escritura, que era fruto de un devenir “nada” discursivo que opera críticamente en el universo cultural del Medellín de los años 70. La tendencia a desautorizar los discursos dominantes del capitalismo y del consumismo, así como el de la hegemonía heterosexual, la economía y la política, con el incendio como método que se propaga con facilidad, es aplicada a las propias producciones de su discurso. En últimas, el nadaísmo se convirtió en una ficción sostenida por todos sus feligreses, disipada en corto tiempo y de la que ya hoy solo quedan vestigios de lo que fue la única vanguardia colombiana. Algunos de sus escritores siguen vivos como x504, dando lidia y aun publicando poemas y cavilaciones; y también sobrevive la revista Nadaísmo 70 en los anaqueles de la historia cultural colombiana, en el archivo de la Biblioteca Nacional de Colombia y en la Biblioteca Pública Piloto de Medellín.
Se convirtió en una ficción, es decir, pasó de ser la intención estética de un modo de proceder a un tema específico de ese modo de proceder. Alcanzó un cierto grado profético, si bien no en los efectos de su estética sobre la sociedad colombiana, sí alcanzó a prever, en orden a la insuficiencia de su desarrollo, las dificultades de su propuesta para un cambio cultural masivo, como se pretendía en numerosos artículos publicados por la revista en que se insiste en la activación de un “nosotros” siempre en crecimiento, una suerte de reclutamiento para la militancia en su vanguardia.
La revista seria también su manifiesto estético, visual, literario, su bitácora de artículos: un espacio propio para la experimentación y la divulgación de sus ideas. Allí se publicarían fotos de los integrantes del movimiento, definiciones del nadaísmo, así como publicidad conseguida por Gonzalo Arango para el mantenimiento de la publicación; también fungiría como el termómetro de la producción escrita del nadaísmo. Ciertamente ecléctica, es el prototipo de una revista cultural de la época, en el que se publicaban textos, imágenes, pequeñas ficciones, poemas, cuentos, ilustraciones… que darían cuenta de un grupo de artistas y de sus intenciones culturales y de formación de un público distinto.
La construcción de una revista en la década de los 60´s y 70´s fue muy rudimentaria en comparación con las herramientas digitales que aceleran su diseño a finales de la segunda década del siglo XXI. Después de que Gonzalo Arango escribía y conseguía artículos (además de patrocinar lo que sea para conseguir el presupuesto de producción), seguía la labor casi artesanal de Jaime Jaramillo Escobar quien luego de digitar los textos en máquinas de escribir, recortaba las columnas y las disponía junto con las ilustraciones y otros detalles de la publicación, como el paginado o los epígrafes que se encuentran al margen seguidamente. Luego se imprimían en hojas prototipo, una por una, que pasaban a placas metálicas que luego irían a la prensa para su reproducción en serie. La revista Nadaísmo70 es una evidencia del trabajo manual de los albores de la tecnificación de la litografía en Colombia. La inconstancia del número de páginas de las publicaciones, así como su falta de periodización estable, permite intuir la espontaneidad con la que se iba configurando cada publicación. Al ir y venir de las posibilidades materiales se le agrega el factor de las comunicaciones que determinan un cierto régimen de visibilidad; la revista no sería muy divulgada a pesar de que su tiraje pasó de 10 mil ejemplares en su tercera edición a 60 mil ejemplares para su octava. Su distribución física abarcó en su momento las ciudades más importantes de América latina y su reproducción fue autorizada citando la fuente.
La relación entre sus publicaciones está cifrada por una constante heterogeneidad discursiva que iría desde la defensa del hipismo y de las consciencias alteradas y alternas, de la juventud perdida y que se pierde, así como se da tratamiento a temas como la locura, la lucidez, la participación política del arte en la sociedad, hasta reflexiones alrededor de la situación social campesina e indígena del país.
El nadaísmo se expresó con mucha fuerza en las páginas de su revista proclamándose un puente hacia la nueva realidad social y mundial, posicionándose en contra de los valores burgueses de coerción moral y estética, conforme a los ideales de revolución o de cambio cultural sustancial operado por la revuelta de mayo del 68 y la desestabilización del sistema político-social juvenil. Solo es conocer un poco sobre los colaboradores e integrantes del movimiento, hacer la lectura de su producción para darse cuenta de la radical postura ante los embates del poder, ante la manipulación ideológica a la que le hizo frente la revista. Textos sobre el Che, textos de Jean Paul Sartre, de Fernando González, citas de Frantz Fanon, textos de Ernesto Cardenal y Dario Lemos, Pablus Gallinazus y Mario Rivero entre muchos otros quienes componen un escalofriante horizonte de incendios y de realidades imbricadas que fungen como esencia de la vanguardia.
La secuencia de las portadas de la revista describe un camino que traza la maduración de ciertas ideas principales y transversales al movimiento: el erotismo, la sexualidad, la vanguardia pictórica y el exilio. El sentido crítico con el que iniciaron las publicaciones se fue acentuando en la medida en que la retroalimentación de sus lectores abría cada vez más el horizonte del diálogo y el tiempo histórico daba a su vez las pautas para incrementar la crítica al sistema social y cultural para ellos obsoleto de la sociedad colombiana.
Número 2, portada. Un aspecto particular de la revista fue su decidida apuesta visual al uso en las vanguardias, al incluir collages, comics e historietas, así como ilustraciones marcadamente surrealistas, caligramas y otros formatos que dan flexibilidad y apertura a otros públicos no lectores especializados. Alejados del formalismo que presumían otras revistas, fueron enfáticamente antiacadémicos en la materialización de sus búsquedas; por ello no asumieron la uniformidad formal de su publicación como tampoco de su periodización.

Al ser impresa en Ediciones Tercer Mundo, editorial fundada en Bogotá por Belisario Betancur años después de su presidencia, contrastaban sus intenciones estéticas con los apoyos de esta casa editorial, como también lo hacían sus publicaciones de sátira social con la publicidad a la página siguiente de instituciones públicas y privadas que les sustentaban. Situación ahora más comprensible en tiempos de fuerte mercantilización cultural en que la publicidad de una revista o de un periódico no siempre compromete ni coordina la curaduría de su contenido.
El movimiento del pensamiento crítico independiente de instancias académicas que vehicula la revista habla de una intensidad de producción anterior al primer número, del cual la revista solo fungiría como canal de visualización y de influencia directa y masiva a un público no especializado en vanguardia artística que apenas entraba en contacto con la producción ya realizada por ellos desde años anteriores.
Si se habla de la revista como independiente de instancias académicas, aunque ciertamente también económicas y políticas: ¿Cuáles serían esos focos de autorización de su labor como críticos de la cultura? ¿Quién detenta el reconocimiento de escritores que entre sus búsquedas más acérrimas está la desautorización de los discursos? Más aún ¿Cómo analizar la orientación cultural que proponen para la sociedad? En primer lugar, la familiaridad con las artes y con la teoría política le confiere cierta autoridad al crítico y al escritor para confiar en sus disertaciones más espeluznantes, de manera que su autorización vino dada por el circulo de sus colegas y por aquellos que vieron una perspectiva firme de su intención estética y moral. En segunda instancia, teniendo una crítica que busca autorizarse en su propia destrucción, surge el paradójico sentido del proyecto político del nadaísmo, en el que se buscó desarrollar un discurso ambivalente que se contagiara como virus y fuera coherente con el decaimiento de la cultura en ese contexto histórico. De manera que la formación del público estaba dirigida a despertar la consciencia para la sodomización y el sadismo de la cultura, como ellos mismos lo anunciaron.
A todo esto: ¿Qué tipo de mediación se efectuaba? ¿cómo se traducían los problemas que asumían para comunicarlos a sus lectores? Los asuntos de los que se ocupaban eran plurales como ya se mencionó, sin embargo, una cosa son los temas y otra el tratamiento que se aplica para compartirlos. En el caso de Nadaísmo70, la mediación se efectuaba casi sin filtro, es decir, se exponían los acontecimientos políticos y sociales de la manera más directa posible, como las cartas abiertas de denuncia por la censura de los medios de comunicación privados del país, con el uso de nombres propios, y de clara disensión ideológica. Prácticamente, la traducción de los problemas no pasaba por filtros de censura sino por el del recrudecimiento de la estética nadaísta, directo y dislocado, plagado de fogonazos y en algunas partes de auténtica sevicia en el homicidio de la cultura.
La definición de un nosotros y de un ellos, implica la auto organización constante de la línea de fuego de sus integrantes y de las ideas que les sustentaron; de la misma manera en que publicaron contenidos de lectores con opiniones contrarias a sus ideales estéticos por el mero hecho de que construía un ambiente de objetividad y pluralidad, para que los lectores se identificaran con las paradójicas soluciones del nadaísmo y la revista se convirtiera en lugar de encuentro y de gestión del proyecto cultural. Esta función autocrítica de la revista Nadaísmo 70 permite reflexionar sobre su incidencia en la historia intelectual del país y en el tejido discursivo de la cultura vanguardista mundial como un órgano altamente polémico de discusión estética y política.
En un comienzo de este texto se buscó diferenciar las intenciones del nadaísmo con las del nadaísmo70, es decir, que como vanguardia estética ya existía, de manera que la revista solo fue un medio de su expresión y divulgación. Las intenciones cambian dada la materialidad en que se vehicula su información. Así las cosas, existen diferencias entre la intención del nadaísmo como vanguardia en general, y otra es la función material de una revista que, por ende, funda una forma distinta de influir política y culturalmente dentro de su propuesta de vanguardia. La forma de titular, de paginar y de aglomerar responden a los aspectos prácticos y tangibles de su ejercicio estético y de producción de la revista que, por demás, opera de formas distintas al etéreo ejercicio de una vanguardia que se reproduce por particulares, en publicaciones esporádicas y de compilación de textos en libros. La revista dio fondo al teatro que venían construyendo y en ella aplicaron estrategias persuasivas propias de la estética nadaísta: la saturación de contenidos y su mezcla en las páginas hace que no predomine ni el texto, ni la ilustración, ni las imágenes, aunque tal vez sí la publicidad.
Resulta necesario resaltar para el caso del pensamiento latinoamericano el énfasis particular que tiene el último número: El exilio. Como tema de capital importancia en estas latitudes, y en tiempos en que las dictaduras del cono sur azotaban a las sociedades latinas, la consigna “el exilio es un reino”, pone sobre la mesa una problemática actual de carga altamente política pero también soportada por algunos de los mismos colaboradores de la revista. Como colofón de su trasegar, el número sobre el exilio da la última puntada al itinerario de la revista para dar cuenta de su capacidad crítica y de actualidad discursiva, a pesar de que los proyectos de revistas culturales parezcan siempre quedar inconclusos, al menos desde la perspectiva de los lectores que se vuelven ávidos receptores de su información.
La reflexión sobre este tipo de productos culturales desde casi la tercera década del siglo XXI permite comprender la dificultad de impregnar al mundo – cuanto menos a un país- con proyectos que no tienen el apoyo económico ni la fuerza divulgativa que tienen grandes monopolios de información. Si ahora resulta más fácil globalizar contenidos con las posibilidades del internet, lo mismo sucede con la proliferación de revistas y grupos de artistas, tendencias estéticas y proyectos culturales. A pesar de su época, la revista Nadaísmo70 influyó entre muchos espectadores y seguramente revivirá en manos de escritores y críticos de generaciones futuras.

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