Mejor será irse

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Si me siento en esa piedra nadie me va escuchar. Estoy harto de que me escuchen.

No. No creo que alguien me escuche.

Sí. Si lo hacen no me entienden.

¿De quiénes hablo?

Desde aquí puedo ver que nadie está lo suficientemente cerca para escucharme.

-Esto debe ser un cedro- me dije a mí mismo, mientras toco el cedro.

Nunca he entendido por qué las personas usan carros. Yo nunca quiero llegar a donde sé que tengo que llegar desde que mi madre me lo… se lo dijo a ese niño mientras le daba la bendición. Yo no sé por qué me acuerdo tan bien de ese momento, y tampoco sé por qué me da tanto miedo, así como que se me ponen los pelos en punta y yo siento que me voy a explotar porque me están chuzando mil agujas. El caso es que nunca quiero llegar porque en el camino siempre me encuentro con lugares en momentos precisos, como esta piedra junto a este cedro, lejos de las personas y con vista al mar de nubes que rodean a la luna llena, que salió en pleno atardecer. 

Siempre que descubro una piedra así, y cuando digo siempre en realidad me refiero a esta piedra en particular, porque cuando el momento pasa y hace que este lugar ya no sea este lugar, yo sé que tengo que seguir hacia donde  me dijo mi mamá ese día, y luego de caminar un poco -imagino yo- se me olvida desde hace cuánto y desde dónde estoy caminando. Por eso tengo esta mirada tan atenta con los ojos cerrados, para sentir la-luna-y-el-cedro-y-la-piedra-y-la gente-lejos-y-el-atardecer.

Tampoco sé por qué siempre tengo en un bolsillo de mis pantalones rotos, o en el puño que descubro cerrado, una pipa y una candela. Pero cuando fumo de eso que no sé qué es ni de dónde sale… no me acuerdo qué pasa. De pronto es por eso que fumo. Porque no sé qué es ni quién me lo da, pero si lo tengo y me lo dieron, debe ser por algo.

Entonces me entra la curiosidad y cojo la candela, me pongo la pipa en la boca y me doy el plon…

La luna se está derritiendo en frente mío y parece que soy el único que se está dando cuenta porque ninguno de los carros ha parado y nadie, ni siquiera las palomas, están mirando el cielo rosado con su luna derritiéndose.

Entonces me entra la curiosidad y cojo la candela, me pongo la pipa en la boca y me doy el plon…

¿Por qué seré el único que está sentado en este lugar en este momento? Todos se están desplazando y yo sentado. Seguramente algo se me está olvidando. De todas maneras, ya que se derritió por completo la luna y el rosado se perdió del cielo, esta piedra junto a este árbol, que seguramente es un cedro, me parecen sin sentido.

Mejor será irse, allá me deben estar esperando.

Pablo Carreño

Ustedes me (des)conocen más que yo.