Tal como los poemas de Helí Ramírez en los que la relación con la ciudad se presenta descarnada, desalmada o animada violentamente por el contexto social de finales del siglo XX en Colombia, se presenta la misma ciudad en la canción Medellín (1992) de la banda Los Árboles, conformada a principios de los 90’s por músicos locales y que se disolvería antes del nuevo siglo dejando en la biblioteca musical del país uno de los álbumes considerados de culto en la historia del rock colombiano. El rock llega a Colombia con la escasa difusión que tuvo en la radio o el cine los géneros que se gestaban en Estados Unidos y en Inglaterra a finales de los 50’s en plena revolución sexual y psicodélica. A las afueras de Medellín se vivía el Festival de Ancón en 1971 y Soda Estéreo se presentó en la ciudad en 1986. En cuestión de tres décadas se gestaron proyectos de fusión musical que incorporaron los ritmos extranjeros a la música colombiana así como también se crearon bandas de rock, metal y punk como los Yetis, Judas, I.R.A y Mutantex entre otras que explotaron la influencia internacional abriendo al país las gamas de ruidos contemporáneos de ese entonces.
Por la delicada situación social del país por aquel entonces, en la que los grupos armados ilegales sofocaron la ciudad de Medellín, se cancelaron los conciertos y se generó una reducción en la popularidad de las bandas locales e internacionales que no se presentaron en dicho periodo. La ciudad estaba sumergida en la zozobra de la incertidumbre y fue el punk como género marginal y de los marginados el que con más fuerza expresó el destrozo social que ocasionó la guerra en esa generación y en los jóvenes que apenas nacían.
Los integrantes de la banda Los Árboles experimentaron su contexto y fueron herederos de la estética del punk pero no se quedaron allí. El demo que grabaron en 1992, de sonidos estridentes y de visos transgresores del género que apuntaban al post punk, habla del rápido desarrollo de su propuesta musical. Posteriormente en 1997, lanzarían el álbum homónimo con el mismo nombre de la banda, con una calidad en la grabación superior al demo, marcando tanto un progreso en la composición musical como en los cambios tecnológicos de los instrumentos de estudio de grabación en el país. El sello Lorito Records, del productor colombiano Federico López, sería el responsable de dar a luz el único disco de la banda, que se convertiría, con los años, en una afirmación del rock alternativo colombiano. En algunas canciones del disco sus exploraciones viraron hacia el indie rock adelantándose a las tendencias rítmicas de las primeras décadas del siglo XXI.
En ocasiones el títulos de sus tracks y el contenido de sus letras crearon intertextos con la poesía colombiana o con el psicoanálisis: en las canciones tituladas Objeto A o El acre sabor de su carne incandescente, referente a un verso del nadaísta Amílcar Osorio. Entre otros títulos se encuentran: Síntoma inhibición de angustia, Un indio que volaba y amaba su luna llena, Jonás y el Blues del murciélago.
Como la mayoría de los proyectos artísticos en Colombia, la empresa de Los Árboles se mantuvo independiente de financiación externa y de otros aspectos de la industrial musical. La copia de su disco se distribuyó de manera autónoma y a precios modestos, sin contar con apoyos de las disqueras del momento. Como ellos, abundan los procesos de autogestión en la producción cultural del país, proyectos que se sostienen desinteresadamente hasta que la situación económica o política lo permita.
La canción Medellín retrata la mirada cansada y asustada de sus habitantes, generada por la violencia multidimensional que la somete. Miradas de hastío, impotencia y desesperación, emociones frecuentes en las caras de la época y que marcaron los gestos de una generación. Se hace patente desde el comienzo de la historia lo indefenso que se está en una sociedad en guerra. Medellín habla del dilema –que viven muchos de los habitantes de la ciudad– entre quedarse o irse, luego de ser consciente de la doble moral que reina; es una crítica a la sociedad que padece los males de la violencia y que a la par celebra su inconciencia contextual. Se alude a la inacción política y expresiva efecto de la confusión que suscita estar metido en una sociedad así.
Se reproduce en la canción Medellín el imaginario de la juventud perdida en un contexto social violento. Una juventud que no tiene nada para decirle a las juventudes del porvenir más que las enseñanzas que deja el duro aprendizaje que da la miseria social, de fragmentación y de desorden cultural. Se reproduce también la sensación de los habitantes del Valle de Aburrá de estar encerrados entre las montañas, encerrados en la ciudad que les asfixia, violentamente en ese tiempo, ahora también ambientalmente.
Resulta útil hacer arqueologías del legado musical de bandas como Los Árboles para reflexionar en torno a la producción musical y en la recepción de los contenidos y de las circunstancias particulares que aun constituyen una evidencia de lo que fueron algunos proyectos artísticos en la ciudad y permitir su reinserción en la historia musical.