Distancia
Sus ojos están firmes pero se inquietan con el mundo. Sus oídos se refinan como el anacoreta pero se alían con la voz para militar en un extraño trance. El campo le sirve como distanciamiento de la ciudad, aunque le propone otra dinámica en el vaivén de quien vive aparte de ese valle del río café, plagado de dinero y ensoñación, como narra el borracho metafísico, gamín erudito, magno y complejo, al mismo tiempo simple y difuso. Como todo vampiro, pasa casi incógnito, pero hace su tarea, de la cual son evidencias las marcas del colmillo, aquí reflejadas en la impronta que una voz decantada y exigente con su propia logia, capaz de, al son del mismo ritmo, manipular y venerar el lenguaje.
Noiseferatu
A veces es un muerto dopado que recorre la supuesta vida de la sociedad. En otros momentos es un vivo, despierto entre una tierra de insomnes. Se hace llamar Noiseferatu, que como el de Murnau, no tiene problema en ser conde y vampiro, con el genio iluminado y ebrio, con su punto siempre ubicado en la fina mediación de la especulación y el soneto, en la paradoja que nace de aquel que ve varios lados de la cuestión epistémica que engloba el rap cuando se hace de forma críptica, refugiado en la constancia de la palabra trabajada en el sample seco, con una batería que rara vez se adorna, en estructuras medianamente lentas, apacibles por momentos, incómodas a ratos, excelsas en su entrega.
Indeterminación
Noiseferatu se distingue por el refinamiento de una conocida conceptécnica del rap, esa de la analogía y la referencia, de la posibilidad del enlace que no escatima en límites estrictos sobre las categorías y más bien hace uso de la polisemia para generar nuevos encuentros de la letra, siendo este un patrón permanente en el álbum. Es una forma de adecuarse a un sincretismo que no se manifiesta como mera suma de todo, sino como una elección específica de diversos accidentes, de cualidades específicas; vías del sentido anidadas de una forma sorprendente, donde los significados trascienden, o colapsan, o desaparecen, para en última instancia especular cruda indeterminación, aceptar el método que su presente le devela a su encuentro con la multiplicidad de versiones de las cosas, donde emerge una figura por igual elevada y mundana, que en su ecuanimidad implica un uso del lenguaje tan preciso y la vez tan libre. De Shakespeare a Chespirito, ya cantaba Rapiphero, alter-ego de ese que también viste de Noiseferatu y que en sus diferentes personas sostiene la misma flexibilidad entre la condición local del objeto y sus más extensas definiciones, polivalencia que se presenta como motor de la rima, del juego fonético y del profundo timbre de voz que ofrece la fórmula del rap de este peculiar energúmeno. En otras palabras, no tiene forma de decirse lo que dice el vampiro si no es poseído por el ritmo para abrirse espacio en el oído, quizás no a la manera de quien quita sangre, pero si en la forma de un elocuente y sagaz modelo de pensamiento que succiona el silencio para que halle al fin su lugar las palabras de este sabio errante, que mendiga realidad entre esquinas y plones, para plasmarla posteriormente en su rito hip hop como si de un mago entre ciegos se tratase, uno de esos arcanos que pasa a veces por el presente como un ciego más, quizás porque sabe también de su condición, su encierro, sus límites. Por eso su ápice es profunda inteligencia mestiza, resistencia en el punto medio, ambiguo e hipnagógico entre la alabanza y la ignorancia de eso que llaman pensar. En sus palabras: el genio montuno. Mundo
En Noiseferatu hay una constante pregunta por el mundo, entendido al parecer de varias maneras. Algunas veces es el mundo propio, del viaje enteógeno o de la elevación auditiva, del pensamiento crítico o la ensoñación poética. A veces es un lugar donde se venera al ritmo aún cuando todo parezca no tenerlo, como un lugar para el juego de la rima y el uso de la voz como instrumento. Otras veces la idea de mundo es concretamente una ciudad, o el mundo como la Tierra, o algún mundo histórico del cual llega un personaje que habita en la ficción sónica sin importar su procedencia. Aunque esto se refleja de una forma evidente en el tema «Sincretismo», realmente está presente en todo el álbum esa idea de considerar lo local y lo universal abiertamente entrelazados, constantemente relacionados a un punto de no solamente compartir figuras, sino de transformarlas entre sí; nutrirse mutuamente en espacios compartidos que construyen una vasta y compleja noción de universo, no solo por la cantidad de referencias, sino por la magnitud de las ideas que las unen o el motivo por el cual son traídas a colación, brindando al rapero un terreno sólido para dejar al oyente con algo más que una escucha: lo sumerge en el pensar.
Hipnotismo
Las diversidad y amplitud de las figuras retóricas y riqueza conceptual que maneja Noiseferatu, le permiten plasmar realidades ambiguas y construir un personaje que contrario a confinarse a un espacio, se bate entre varios, como si en vez de elaborar una definición de sí mismo, lograra asir el ritmo de sus mutaciones y retratar sus diferentes facetas. Por eso puede parecer un anacoreta sumergido en una oscura diatriba sobre la densa realidad posmoderna, o aparecer de repente como un mesiánico juglar que trae verdad, alivio y un constante llamado a despertar; o por lo menos una solicitud por sacudirse un poco la cabeza con el ritmo y el juego de palabras, como utilizando el verso para mantenerse atento a eso medianamente real entre la ambivalencia de los días. Para asistir la peregrinación, basta mencionar varios nombres capitales que transitan los segundos de las pistas: Orwell, Huxley, Sócrates, Hesse, Aquino. Desfilan entre ellos, otras altas mentes, dioses, personajes o invenciones, como una creencia islámica, un suceso de la historia nacional, o simplemente esculturas de palabras, sin semántica, exprimiendo la homofonía como incubadora de mundos propios.
Más caos que destino
«Saluda al Gran Hermano, mira, actúa normal
Excelente descendiente de Judas
En la derecha la cruz, en la izquierda la espada
Por si algo, para purgar tus culpas
Toca tener las chácaras, las letras alineadas más que los chakras
En el sistema que no educa, sólo lucra a las lacras
Otro sudaca, en América solo los ricos tienen patria»
Sincretismo, mi credo
El denso cruce de tropos, nombres y actividades le permiten a Noiseferatu algo más que un sincretismo moderado, en tanto no pretende una reducción de toda teoría o doctrina a la misma condición, sino más bien una colaboración entre todas para que el alquimista desarrolle su pócima. Por tanto lo conducen paulatinamente a crear una especie de teoría propia, que no por nacer de la cocción interna ha de ser considerada como un intento de pseudo-doctrina, sino más bien como una crónica de un fino lector de esa historia que más allá de sus referentes se confirma en la experiencia directa y honesta con lo que sucede en la vida, llámese condición económica, aspiración, creencia o sociedad. En el caso de Noiseferatu estos aspectos de la acción humana en el mundo se proponen como una suerte de senda tanto para la purga como para la transformación, como un hallazgo de ciertas conexiones que en el lenguaje es posible ejercer y que afectan directamente las modalidades de pensamiento y creencias que habitan tras una palabra, el sentido de una oración y en última instancia, la cuestión nominal que define un objeto. De esta forma, santería, espiritualidad materialista, religión, mística, el arca, la ciencia, las especies, la globalización y la depresión, pueden ser abiertamente combinadas en un mestizaje colmado de cuestionamientos repentinos, cruces de panoramas y esquemas de mundos posibles que sin importar lo tensos o agradables que puedan llegar a ser, se atreven a propagarse.
Ser cadaver
La sabiduría de Noiseferatu se expresa de una forma compleja en un principio, pero plana con el tiempo de escucha. Plana en un buen sentido del término: en tanto su consideración de lo sincrético y mestizo es tal, que hay una suerte de ontología plana subyacente en todo instante. Tiene que haberla, pues de tener rígidas fronteras, no sería posible relacionar a un dios de alguna mitología lejana en el tiempo con alguna nimiedad de un momento de traba, y con un reto adicional: que no llegue a lo grotesco pero pueda exponerse visceral de ser requerido. Las realidades que se intercalan en la diatriba de Noiseferatu son evidentes y crudas. Dejan al oyente pensando precisamente a través de sentidos por lo general múltiples, con una profundidad metafórica aunada a diferentes conocimientos que se ven requeridos para entender los pormenores de las historias de la sinigual criatura, que menciona su pueblo de nacimiento y la ciudad que contrasta con este, pero se mantiene en su propio mundo, vasto e íntimo, universal y matutino, literario e histórico, todo al mismo tiempo. En su planicie se funde lo concreto con imaginario sin tapujos, bien sea por la ironía y su humor inteligente, o por la metafísica o la reflexión que pueda contener su fraseo, donde parece siempre consciente de lo evanescente y el cambio, la transición de eso que siempre permanece; una existencia sin necesario dualismo, sabiéndose con la muerte todo el tiempo, siendo cadaver, siendo comida de gusanos, porque pronto lo abrasan las brasas.
No hay tiempo
Hay ritmo y no tiempo en la ruta de Noiseferatu. Para él, el tiempo se va, el calendario es terrorismo, la alarma es ante todo alerta del minuto medido, la vida entre cuadrículas, la imposibilidad de salirse de la rutina donde sacrifican a los sabios como la Grecia que mató a Sócrates. La respuesta de Noiseferatu puede ser tan compleja como una metáfora sobre otra que dan a entender sentidos políticos y coloquiales al mismo tiempo; o logra ser tan simple como «otro plon», aliado siempre al cannabis como laboratorio de su alquimia, que junto al licor le permiten comprimir y expandir la temporalidad, logrando desvanecerse en una suerte de espiritualidad dilatada, compleja aunque etérea y elemental; matando a Cronos y venerando el ritmo, a favor de una escucha que exige pero es apremiante en igual medida, como un sonido que se atreve a lo que necesita y no se queda a la espera de una asistencia exterior. Es la fe del malpensante para no convertirse en promesa de año entrante.
Rodión
Rodión contiene una de las bases que más espacio propio le abre a la figura dubitativa y misteriosa de Noiseferatu, además de unas crónicas pciborg de El Jose, que a la manera de una máquina de rimas recorren con un flow imparable los beats. Noiseferatu se pregunta por su misión y las múltiples caras que adoptan las posibilidades de su ser. En el compás puede ser uno, fuera de él otro. En el rap se es quien se sea en la vida; si no, la realidad no puede verificarse y entonces la rima se cae, cosa que obviamente no sucede en este diálogo profundo, donde se percibe una posibilidad de establecer el rap como una suerte de espejo del espíritu, un oráculo cuyo mensaje estará siempre en última instancia, contenido en el silencio del oyente. El rap como dopamina que se inyecta al oído adicto, para quien las 16 barras son el abrigo, es lo que susurran.
Insomnia
La noche es el único hábitat que parece serle cómodo a esos seres que deambulan sin necesariamente decantarse por ser demonios o ángeles. El mestizo que deambula a ratos consciente, a ratos delirante, por los rincones de su pueblo o de la ciudad aledaña, o del mundo que lo cubre, o la vida que lo cuestiona, o una nada que lo abriga e interpele simultáneamente. Es un sabio errante, como los cínicos de antaño, o no tan lejos: los nadaistas, astros de una poesía callejera, pensadores siempre impulsados por la crítica a los modelos reinantes y la transgresión de los mismos desde la pulcra batalla del lenguaje plástico, alquimia del verbo.
Escuela
Hay quienes pensarán que llenar el rap de referencias es una cuestión de lograr rimas fáciles y apresurarse a considerar lo conceptual para evitar otras rutas. Y aunque así sucede a menudo, no quiere decir que todo rapero que use referencias sea simplemente para lograr un buen punchline, una rima acertada o algún tipo de juego con la ironía. Cuando son bien utilizadas, las referencias construyen mito, develan una poética escondida en la polisemia misma de los nombres, como si los personajes de la historia, sus conceptos y formas, fuesen actores que se entrelazan en características para mutar en nuevas ideas y palabras, en otros significados para los objetos del mundo. Más aún en este país maleducado, manejado por esos; más aún aquí se necesitan nuevas formas de exploración ideológica, no solo perspectivas y opiniones, sino formas totalmente nuevas de transmitir el conocimiento mismo, como el rap lo hace cuando los discos son altares.
Malpensante
El rap es pensamiento. El rap es conocimiento. El rap es la voz del mestizaje mismo, ese que no se limita a lo racial y se abre como respuesta a un mundo globalizado: no será entonces una necesidad de mezclarlo todo, sino de hallar un sentido previo que genere el diálogo y la fecundación mutua de saberes y perspectivas. Noiseferatu es fiel expresión de semejante empresa, reflejada en el ya mencionada sincretismo pero además en un asunto transversal del disco: una pregunta que trae su respuesta, y una respuesta que a menudo contiene en ella misma otra serie de cuestionamientos. De esta forma Noiseferatu diseña una mayéutica en su ritmo, manteniendo una suerte de dialéctica entre su lado más claro, coherente y pulcro, y aquello que se entrevé en la oscuridad, los vicios y las condenas de una sociedad enferma. Por eso es quizás que su estilo es apolíneo y su palabra dionisíaca, como afirma al recordar el análisis Nietzscheano de la tragedia y la dicotomía que lo sumerge en la búsqueda de la forma perfecta de su rap, entrelazada con todo aquello que grita en su fuero interno.
Noiseferatu es una pregunta constante por el antropos en el cosmos, los que descienden de Judas o Cristo, o los que alaban al dinero, los que viven por inercia, las formas de la ciudad, las drogas, o esos de la cultura maliciosa de los que creen que su apellido es Escobar. La crítica constante a Medellín, el entendimiento perpetuo de una ciudad incógnita, además de su contraste con otros elementos, todo esto hace que la imagen de Noiseferatu no pueda ser simplemente la de un rapero de pueblo que tiene su visión del mundo en la lejanía. Es la de un ser constantemente dividido pero al mismo tiempo encontrado en sus razonamientos, extrapolado entre lo rural y lo urbano porque la ciudad misma es rural, porque no hay división en última instancia; pero también sumergido en el estudio de las lenguas, con ello los mitos y las historias. Es entonces de San Antonio como es de Medellín, pero también la ficción sónica le erige otra natalidad: del enciclopedista, del pensador, del escriba, ese que piensa y recoge la memoria, entre la sequía y las tormentas, entre policías que cuidan pillos, entre dioses que se cruzan en el vacío, entre figuras intangibles que parecen cuidarnos aunque no sepa uno de qué se traten. Solo abro la puerta, espero que siga.
Saqueo
«Al frente pan y circo
por detrás saqueados
en la montaña el sol quema, no da bronceados
arriba el Dios que por vos no dará un brinco
abajo la tierra, campo minado de humanos.«
Papele$
En juegos como el de Papele$ se expresa una de las dicotomía centrales del rapero, a la vez la de cualquier ciudadano: que puede odiar el dinero pero sabe que lo necesita. Es un crudo realismo capitalista donde la única opción viable.
Venerar el ritmo
Sobre las bases, productores, bases secas, abundantes bajos, huecos, abismos en delays y figuras más bien diluidas de elementos de jazz, manejando un tono sombrío que de alguna forma igualmente indaga en el swing, el groove. La formula boom bap adquiere aquí una perspectiva más o menos anémica, gris, fría, con momentos para ritmos en tempos propicios para el juego rápido y la competición, pero generalmente espacios tenues, pianos indelebles, suspenso, silencio, penumbra y lentitud.
Lengua afinada
Noiseferatu doma el lenguaje de una forma minuciosa, presentando a menudo rimas intrincadas donde no solo se presentan versos fáciles con frases que rimen en simple terminación, sino también holorimas y diversas conexiones internas en frases, con fascinantes aleaciones en las que puede a su gusto rimar todos los sustantivos o verbos de la proposición, como en «un hacha hecha de hacho», o «preso de pensar en prensarlo». Similar —aunque más fino por la extensión de las palabras— cuando logra asociar «ríe, rue, rae, cae» dentro de varias frases sin perder el sentido. También se presentan un sin fin de juegos polisémicos y enlaces semánticos al utilizar este tipo de enlaces, los cuales por momentos solo su mente pareciera lograr, como cuando rapea a punta de huesos, usando «rótula, rótulo, cúbito» sin perder asociaciones semánticas y posibles representaciones contenidas en las frases.
Deus ex machina
La rima y la música en Noiseferatu es deus ex machina, visión que canta el sonámbulo, presentando su rap en un sentido teatral, como un suceso tan repentino como predecible, principalmente a razón de lo que se reúne para conjurarlo. El personaje emerge en la trama como un medium que establece un quiebre en la manifestación de la historia, porque la cuenta desde una perspectiva que irrumpe sobre el orden establecido, colmada de una poética excelsa, militante, que se vale de la fuerza fonética para adoptar mil formas consigo misma, como exprimiendo las posibilidades del lenguaje Español. Energía por encima de masa.
Por la ruta de la cicuta
Entre las diversas referencias que se pueden apreciar en el álbum, hay una en especial donde se puede apreciar una tendencia a la liberación y la búsqueda de la verdad que de varias maneras clama el personaje, quedando claro que Noiseferatu además de su oscuridad, quiere emitir algo sobre su anhelo y su camino de liberación. Soy el que sabe que no sabe, pero se que voy, por la ruta de la cicuta, como Sócrates en la apología platónica, símbolo por excelencia del sabio mártir por la verdad, que sabe que aunque la sociedad pueda condenarlo, no entenderlo o ir en contra de sus principios, no se moverá de su descubrimiento: saber que solo sabe que no sabe, que sin mapa se nos define la ruta.
Del linaje de Jose Arcadio Maldía
Poseído por momentos, liberado en otros. Y en algunos, parece ni importarle donde está y más bien solo fluye en la invitación del ritmo. Unas veces se le escucha tratando de olvidar, otras resuena la memoria intensamente sobre sus hombros, como una suerte de monje condenado, donde se expresa bellamente la dicotomía del hombre con su sufrimiento, con la aceptación del realismo crudo, con la realización de la virtud en el reconocimiento mismo de su propia oscuridad. Noiseferatu plasma la posibilidad de liberarse en el fango, llama a tomar consciencia desde una ruta que no pretende algún atajo ante la adversidad de lo ambiguo, y más bien se atreve a recoger la paradójica condición de quien habita un mundo que lo destruye y al mismo tiempo le da de comer, como si la madre fuera también la muerte. Quizás por eso Noiseferatu establece tantas capas en las posibilidades de su metáfora y su tendencia especulativa, en pro quizás de reconocer esas capas que se desenvuelven conforme los sentidos se van cruzando entre tema y tema. Es evidente: no pueden pensarse las canciones por separado, pues todas se mantienen en la misma diatriba, resumida de alguna manera en la imagen de la portada, donde múltiples símbolos establecen lo que claramente el álbum quiere desenvolver, aunque quizás no propiamente resolver: el santo pecador, el demonio rezando, el mestizo que en su devenir inconcluso y mutante, opta por romper su meditación para reconocerse en el hilo de la historia, poniéndole días a los meses y meses al año y otras veces dejando que el reloj se derrita.
Rezar al rap, no al rapero
Noiseferatu es un buen ejemplo de cómo un rapero de cepa puede plasmar su arte: sin hacerle oda a sí mismo o a los demás raperos, sino sumergido profundamente en lo que el rap implica: transformación constante de lo que es y se es. El rap es un rito con la sonoridad que devela mundos propios y no ha de girar en torno a los canales de su conducción, que en ningún momento son artífices, sino más bien mensajeros; elegidos entre muchos, claro está, pero transmisores, no inventores ni poseedores del mensaje. Repitámoslo una vez más: No es música, es deus ex machina.
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