“Escuchando los registros subacuáticos me encontré con algo maravilloso, el río arriba en el nacimiento no suena distinto al río abajo donde sus aguas se encuentran con los residuos de la gran ciudad. El río está vivo porque suena, su ser sonoro lo libera de las representaciones desagradables. Su vitalidad se manifiesta bajo una riqueza de imágenes acústicas, de espacios fluidos y resonantes, acumulaciones de partículas sonoras en masas granulares, polirítmicas, en movimientos dinámicos envolventes. Sonidos relajantes y confortables.
Lo que vemos, olemos y sentimos del río es el desprecio de la gran urbe viajando en aguas servidas. El oscuro presente de estas aguas reflejan el estado de precariedad simbiótica y la crisis de las utopías de desarrollo económico y social de la ciudad. Rescatar su naturaleza sonora vibrátil limpiarla de sus representaciones, es un acto de rebeldía , dignidad y resistencia.
Volver a escuchar el ser sonoro de las aguas, implica dejarlas sonar desde adentro con todo nuestro cuerpo, reflejarnos en ella y recordar que en principio fuimos acuáticos, que en el útero éramos oyentes y que el oído fue anterior a la visión, así poder interpretar sus mensajes y ritmar con sus ciclos.”
– Escuchar en tiempos de Agua, Leonel Vásquez