Tengo miedo de salir. Ya he olvidado cómo es exponer los cuerpos hasta que se vuelvan multitud, hasta que lo otro sea igual de extraño a lo propio, hasta que se actúe solo por reflejo. Tengo miedo de no hacer parte de la multitud, de sentirla oculta, lejos de mi vida, lejos de las cámaras y, por ende, fuera del mundo. Ahora la brecha es más tangible, más real y no precisamente por su visibilidad, lo que demuestra que la invisibilidad expone la limitación del que no ve y no una carencia del que no es visto.
En medio de un mundo regido por la imagen, aparece la crisis en forma de virus invisible. Las ciudades del panóptico, lxs ciudadanxs de los “views” en redes no sabemos qué hacer con algo que no se ve. Parece que ser vistxs -o el ver- es un determinante fundamental de lo que hacemos, y por eso en la cuarentena es fácil perder el sentido de lo que se hace: nuestras relaciones y nuestras formas de habitar, tanto a nivel individual como colectivo, están atadas a lo que ven los ojos: Ojos narcisistas, fascistas, capitalistas.
A pesar de eso, seguimos intentando hacer lo mismo, manteniendo prácticas, obligaciones laborales y académicas: ni siquiera la crisis humanitaria puede interrumpir el ritmo avasallador de la gran máquina neoliberal. No se puede arriesgar la economía de un país y menos de uno en “vía de desarrollo”. Una vez más priman los números, las representaciones, las caídas y subidas, aunque estas no afecten la realidad del “caserío”.
Lxs que estamos encerradxs no podemos ver a lxs que están expuestxs, desprotegidxs, vulnerables. Pero entre ellxs siempre se están viendo. Y, además, notan nuestra ausencia. En este caso, su presencia está directamente anclada a nuestra ausencia. Y quizá, nuestra ausencia solo es posible por su presencia. Para proteger a algunxs hay que exponer a otrxs, porque ni dios ni el Estado son omnipresentes. Pero no solo por eso las sociedades son una red de exclusiones, sino porque, sencillamente, el ser humano contempla más posibilidades de las que puede abarcar, y aún más si es capitalista.
Así que queremos verlo todo, pero no es posible. Algunxs podemos intentarlo. Otrxs solo pueden ser vistxs y, a otrxs más, ni se les ve. ¿Quiénes son ellxs y quiénes somos nosotrxs? ¿Quién no es presa de este régimen de visibilidad? ¿Acaso no lo vemos